LO MEJOR ESTÁ POR LLEGAR

Si echo la mirada atrás, en casi todos los buenos y malos momentos estás tú. Y en los que no, me hubiera gustado que estuvieras o para celebrarlo juntos o para haber llorado en tu hombro.

Hoy se cumplen catorce años del "sí, quiero", pero en realidad llevamos muchos más. Yo siempre digo que nos presentaron en el paritorio. Aunque en realidad, nos conocimos en el instituto. Y no, yo no era el capitán del equipo de fútbol (sí, soy atlético, pero del Atlético de Madrid). Y tú no eras la jefa de las animadoras. No fuimos juntos al baile de fin de curso (bueno, ni juntos ni separados). Y ni siquiera un día de lluvia te presté mi beisbolera para que te abrigaras.

El cómo empezó todo mejor nos lo guardamos para nosotros, pero solo diré que una figurita de un búho, una funda de lentillas y un viaje a Suiza ayudaron mucho. Desde entonces hemos vivido cosas de todo tipo. Si me preguntaran si tenemos una vida perfecta, contestaría que no. Y menos mal, porque si no, la vida sería muy aburrida (aunque a veces, nos gustaría aburrirnos un poco, ¿verdad?).

Tenemos tres hijas, que son las grandes culpables de esa falta de aburrimiento. Ellas no lo saben ni se dan cuenta (y tampoco hace falta) pero cada paso que damos, cada cosa que hacemos es por ellas. ¿Lo peor de estos pasos y cosas que hacemos?, el no saber si es lo correcto o no, si lo estamos haciendo bien o no. Pero bueno, a pesar de no ser deportistas, esto de la p(m)aternidad no deja de ser una carrera de fondo en la que no hay que bajar el ritmo ni descuidarse.

Más de una vez me he sentido como en la historia de La Bella y La Bestia (una de nuestras primeras películas en el cine). Y no porque nos hablen los cubiertos y la vajilla, si no porque tú fuiste capaz de ver algo en mí que no veía ni yo. Gracias a ti, me siento especial y sobre todo, que nada malo nos puede suceder.

Sinceramente, creo que estos catorce años no son nada y que lo mejor (y lo más duro también) está por llegar. Eres para mí y yo soy para ti.