miércoles, 5 de febrero de 2014

PLANES SIN PEQUES: TEATRO Y CENA

Imaginad.
Madrid, 2014. Invierno.
Una joven pareja con tres peques.
La peque bebé tiene cerca de dos años.
Ese es el tiempo que lleva la joven pareja sin salir ellos solos.
Los RRMM al papá le trajeron dos entradas para el teatro.
Esta es la historia de esa tarde - noche...

Normalmente, igual que las peques escriben sus cartas a los RRMM, nosotros también lo hacemos. Más que nada para facilitar la labor a sus majestades, ya que (como decían en The Game) "¿qué se le regala a alguien que lo tiene todo?".

Una de las peticiones que hice en la carta fue unas entradas para el teatro. Una de las posibilidades que añadí para poner más fácil el acierto fue que fueran para ver a Faemino y Cansado. Los RRMM después de revisar el calendario futbolístico, decidieron que las entradas fueran para el cuatro de febrero. Acertaron plenamente tanto en las entradas como en el día (ahí tuvieron suerte) ya que el equipo favorito de este que os escribe no jugaba ayer (hasta el último momento temí que pusieran la ida de la semifinal de copa a la misma hora que el teatro).

Cuando te regalan algo así y todavía tienes hijos que no se pueden quedar solos, lo primero que haces es pensar con quien dejarles. Tenemos la suerte de que los abuelos siempre estén dispuestos a echar una mano. Esta vez, la elegida como babysitter fue mi madre.

Por la peque mayor y la peque mediana no hay problema. Son lo suficiente autosuficientes que no necesitan de una especial vigilancia, pero, la peque bebé, esa sí, a ella sí que no se le puede quitar el ojo de encima. Porque igual que te deja el pasillo minado de muñecos, entra en la cocina y cambia el mando del lavavajillas, o coge el mando de la tele y como buena urraca, lo esconde en vete tú a saber donde.

Además, como lleva una temporada que los mocos no le abandonan, le cuesta dormirse y como cometas un error en la rutina de dejarla en la cuna, rebota como un resorte al acostarla, se pone de pie y ya no hay supernanny ni Estivill que valga que le haga dormirse. Y te toca levantarla y ver ese genial capítulo de tu serie favorita con ella al lado hablando (a gritos) con sus muñecos.

Lo segundo que te planteas es que hacer después del teatro. La función es a las 20:30, así que cuando salgas es el momento justo para cenar. Pero dudas si volver a casa directamente o aprovechar a ver si es verdad que ahora los martes son los nuevos jueves. Así que te lías la manta a la cabeza y aunque tengas una vocecita en la cabeza que te dice "a ver si las peques le están haciendo el lío a la abuela", decides que para una vez que sales con tu Santa en años, no va a pasar nada por cenar y estar un poquito más tiempo fuera (y solos). Una compañera te recomienda un restaurante chulo cerca del teatro y te dice que llames para reservar, que está siempre lleno. Y tú piensas, "si es un martes, quien va a salir por la noche un martes". Así que no llamas.

Y por fin llega el día. Tu Santa y tú estáis nerviosos. (Es como la canción aquella de Ella Baila Sola pero al revés, nos bailaba un gusano en la tripa). La verdad es que intentamos no aparentar nerviosismo (más que nada para que la peque bebé no notase nada raro). Intentamos arreglarnos un poco. Dimos consejos a la abuela para la cena y como acostar a las peques y sin hacer mucho ruido salimos por la puerta. Ese momento es especial. Piensas "por fin" y salimos dirección al teatro.

LA FUNCIÓN.

Cuando le dices a la gente que vas a ver a Faemino y Cansado, todos te dicen "seguro que hacen esto", "y esto otro", "sí, sí y también esto". Vamos que te cuentan la función entera. Pero aún así, me tiré la hora y media riéndome. Son unos genios. Siguen la máxima de que si algo funciona, ¿para qué cambiarlo?. Cansado lleva todo el peso de la función. No para de hablar. Y Faemino es quien termina las frases, el que las apostilla, ¡y de que manera! Es el que arranca las más sonoras carcajadas.

Lo que está claro es que el público que va, sabe lo que se va a encontrar y está totalmente entregado. Desde el segundo uno hasta que terminó la función, la gente no paró de reír. Yo estaba deseando que salieran caracterizados como sus tíos contadores de chistes (nunca podré olvidar su grandioso chiste del águila que contaron hace la tira de años en aquel programa que tenían en La2). Aunque esta vez, en vez de un chiste contaron su viaje al Himalaya.

Lo dicho, si te gustan Faemino y Cansado, lo más normal es que ya les hayas visto en directo y sepas lo que te vas a encontrar y volverás a llorar de la risa. Si nunca les has visto en directo, ¿a qué esperas?.

LA CENA.

Como hemos dicho antes, dudábamos si ir a cenar, pero decidimos que sí, así que nos fuimos al restaurante "Mercado de la Reina", en plena Gran Vía. Un restaurante que me había recomendado una compañera y que a pesar de pensar que no haría falta hacer reserva, estaba lleno, pero tuvimos suerte de que tuvieran una mesa para dos. El restaurante tiene tres zonas. La planta central para tapear, un restaurante en la primera planta y en la baja para tomar cócteles.

Nos subieron al restaurante. El ambiente estaba muy bien. Al principio la acústica no ayudaba mucho a tener una buena conversación, pero a medida que te acostumbras al "ruido" de las demás mesas, no tienes mayor problema. Los camareros fueron muy amables y diligentes (parece mentira que esto haya que resaltarlo) y nos sirvieron con celeridad. El ambiente muy agradable y tanto el restaurante como la zona de la barra del bar estaban llenas de turistas. Supongo que el restaurante debe de estar de moda, porque por otros que pasamos de camino a él estaban completamente vacíos.

Me pareció algo caro, pero me dicen mis compañeras que debe de ser porque salgo poco y todavía tengo los precios de hace unos años.

LA VUELTA.

No tuvimos ninguna llamada de la "babysitter" así que suponíamos que no habría pasado nada grave. Cuando llegamos a casa, estaba todas las luces apagadas. Parecía que todo había salido bien. Y así fue, salvo que cuando la abuela intentó acostar a la peque bebé, está dijo que "tururú". La intentó calmar y convencer que había que dormirse pero sólo decía "mamá no tá, papá no tá". Así que la levantó para que no molestara a sus hermanas y al final consiguió dormirla en el sofá del salón.

CONCLUSIÓN.

Es una pasada de vez en cuando poder salir a la calle y no tener que ir con mil ojos vigilando que no les pase nada a tus peques, poder ir a un espectáculo de adultos y comer en un restaurante en el que no te den pinturas y un menú para colorear y tengas que estar pendiente de si comen las peques o no. Es decir, esto HAY QUE HACERLO MÁS.

PD: Agradecer infinitamente a mi Santa que no siendo el tipo de humor suyo el de Faemino y Cansado, me acompañase a su función. Ya me tocará devolverle el favor.


1 comentario:

  1. Pues a repetir!! La madrina de la bebe estará encantada de cuidar y que salgáis más! !.eso si un sábado :):):

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